Soy una persona curiosa que le gusta mucho imaginar historias a través de los objetos. Creo que hay una parte de felicidad, de randomness y de trabajar con la belleza de lo raro, de lo ambiguo, de lo distinto, y del juego. Vengo del mundo del diseño gráfico, entonces siempre me he vinculado mucho a la educación y a la formación. Me interesa mucho el compartir y el trabajar de forma colaborativa a través de objetos y de lo que nos cuenta toda la cultura material que vive con nosotros.
Siempre había hecho cosas dentro de la creatividad, de mancharme las manos. Mis padres me habían dado libertad para hacerlo. Entré en el mundo del diseño y después me di cuenta que ellos también eran artistas. Además, tuve profesores súper buenos. Por ejemplo, Jordi Sàbat o gente mucho más vinculada a la investigación, como Ariel Guersenzvaig, y gente que se dedicaba mucho más al coleccionismo, como Francesc Ribot. Personas que al final son obsesionadas, o son curiosas, o tienen este frikismo que los hace especiales.
Entonces, me fui a Winchester School of Arts medio año. Para mí fue impresionante ver los talleres de artista, el caos que había ahí, los colores, los materiales por el suelo,… Me llamó mucho la atención. Ahí empecé a ir a mercados de segunda mano (lo que se llamaba el car boot sales), que era muy bonito porque eran familias, principalmente gente mayor, que los domingos por la mañana abrían el maletero de sus coche y vendían las cosas a precios ínfimos. Era casi la excusa para pasar el domingo y compartir objetos con gente.
Cuando acabé la carrera, me dieron una beca y me fui dos años a trabajar a Italia, a Fabrica de Benetton, donde aprendí de primera mano todo lo que eran proyectos mucho más sociales, el poder de la imagen, toda la herencia de Oliviero Toscani y de Colors, de sus fotógrafos. Eso me impactó mucho y aprendí un montón del poder de la imagen. Al volver ya empecé a hacer exposiciones, hacía colaboraciones, y mis trabajos empezaban a exponerse. Quizás no tenía tan definido mi trabajo como artista, pero creo que algo bonito era hacer sin cuestionarse demasiado. Antes de limitarme a mi mismo y decir “no, esto no entra en el tipo de trabajo que quiero hacer”, yo entré en una fase en la que todo valía. Prefiero decir “ok, no me gusta” una vez hecho.
Cuando llegué a Barcelona empecé a dar clases en la universidad ELISAVA, en un programa que se llama Study Abroad. Pocos años más tarde decidí que lo que me motivaba más eran los proyectos personales, autogestionados, que salían de las preguntas internas que yo tenía y de esta curiosidad. Fue en ese punto que me dije “soy artista y voy a hacer arte”. Aunque yo ya hacía arte, no fue hasta ese momento que oficialmente salí del armario artístico y dije que lo quería ser. Entonces tocó ser un poco más crítico con lo que estaba haciendo, y empecé a depura, categoriza y sacar algún denominador común de todos mis trabajos artísticos.
La frase del poeta alemán Novalis “Making the strange familiar and making the familiar strange” consigue definir muy bien el marco conceptual en el que yo trabajo. Creo que todos mis trabajos pueden entrar dentro de este paraguas, cogiendo cosas que son familiares de nuestro entorno y transformándolas en algo extraño, en algo raro, como podría ser el caso de la instalación de las rumbas y los paseos automatizados, o de pasear esculturas por las calles de Barcelona o de Madrid.
Dentro de este leitmotiv hay una libertad muy clara de jugar. Al final, el arte es una forma de entender el mundo, de compartir, es una forma de respirar y muchas veces, aunque la gente no quiera, el arte y la vida son muy difíciles de separar. Creo que hay una parte también de educar el ojo, de cambiar la mirada de alguien, de que alguien te cambie la mirada a ti, que es muy bonito. La parte pedagógica es una parte que yo siempre tengo y siempre comparto en exposiciones, en clases, en todos los lugares donde trabajo y es algo que me gusta.
No, la verdad que no, aunque siempre he ido a mercados de segunda mano y desde que era muy pequeño iba a los Encantes de Barcelona. Cuando empecé a hacer un doctorado en Lisboa, me dijeron que tenía que ser un friki de algo muy específico. En mi caso, cuando empecé a pensar sobre qué me hace diferente a los demás, o qué hago en mi día a día que podría hacer muchas veces sin problemas, era el hecho de ir a un mercado.
In my process of finding my artistic path, I experimented with various forms of expression until I discovered that working with objects allowed me a unique and fascinating narrative. Each object has its own story and can be transformed and reinterpreted to generate new perspectives and conversations. This constant exploration and the ability to create dialogues through objects give me a sense of identity and purpose in my artistic work.
Entonces, empecé a entender qué significa ir al mercado y el mercado como práctica artística. Me di cuenta también que el mercado de segunda mano, hoy en día, es casi una especie de acto revolucionario, un acto en contra de un sistema donde todo está muy datificado y donde todo está muy segmentado, individualizado para alguien.
En redes sociales tengo un algoritmo que sabe muy bien quién soy, sabe qué me gusta, sabe qué darme porque hay unas cookies, porque hay un rastro que dejo en internet. Pero, en cambio, un mercado es un lugar que es una tierra de nadie. Eso es un lugar fértil, es un espacio donde yo no sé lo que voy a encontrar.
Para mí Los Encants de Barcelona es uno o el mejor mercado del mundo. Yo creo que es como jugar un partido en casa. Para mí es un mercado donde yo entreno mucho, donde voy todos los días y eso hace que los músculos se trabajen bien y que encuentre muchas cosas que me parecen interesantes. También hay otros mercados que son impresionantes en el mundo. Por ejemplo, me impactó mucho el mercado de Lagunilla de Ciudad de México, donde hay cosas muy impresionantes a nivel de objetos, cosas extrañas, mucha artesanía.
Pero cuando tú estás en un terreno de otro país es mucho más difícil jugar, porque no sabes si estás ganando, si estás perdiendo, si lo que tienes delante es auténtico o es falso, o si vale el dinero que te dicen. Hay objetos que te encuentras que te descolocan 100%. Pueden tener 500 años, como pueden haberse hecho hace dos semanas. Es muy bonito entender que el conocimiento, en este caso, tiene un valor muy importante.
A mí me inspira la calle, el caos, el día a día, …Yo creo que todo lo que existe a mi alrededor me inspira, y sobre todo los mercados. Por otro lado, también me inspiran los museos y las colecciones de objetos de otras personas. Esta idea de gabinete de curiosidades, las wunderkammer, el inicio de lo que entendemos hoy como los museos, son muy interesantes. El ver como la gente dispone, muestra, explica los objetos, eso me gusta mucho, porque también de ahí saco ideas, lo relaciono con otras cosas que encuentro. Creo que aquí el éxito está en el poder vincular cosas que aparentemente no tienen ningún tipo de sentido.
Yo creo que la gente que me compra, la gente que me sigue, la gente que invierte en mí son personas que le gusta la forma en la que pienso, en la que miro, en la que hago arte. Ven algo raro, ven algo extraño, ven algo quizás que les interpela a su experiencia personal, les parece bello a nivel estético y también a nivel conceptual.
Hay una extrañeza en mis obras que hace que la persona que lo ve le genere intriga, curiosidad y eso hace que una vez sepa de qué va, por ejemplo, que en Arqueología Mundana los objetos quedan dentro, te explote un poco la cabeza y diga ¡guau! Entonces generas una historia, generas una memoria en esta persona, en este coleccionista que después replica, puede explicar, o que se queda para el futuro.
Más recientemente, la colaboración que he hecho con el artista catalán Josep Guinovart, un clásico artista súper respetado y para mí impresionante. No lo conocía en profundidad, pero gracias a la hija María Guinovart y a Maite Machado, hemos podido trabajar directamente con un artista que no está aquí con nosotros pero que nos ha dejado un legado increíble.
Esta colaboración, este diálogo entre la obra de Guinovart y la mía, me ha hecho pensar muchísimo. Me ha hecho entender cómo uno puede acercarse a un artista, cómo uno puede entender su universo y cómo en momentos totalmente distintos, con materiales muy diferentes, podemos llegar a puntos parecidos o a preguntas parecidas.
Sí, yo creo que es súper importante rodearte de personas que sean interesantes, que te aporten, sea de tu ámbito o no. En mi caso es súper bonito la gente del sector artístico con el que me rodeo y uno de ellos es el colectivo BASC: Marina Salazar, la Marylin Monroe de Poblenou (brillo luego existo), Xavi, el filósofo de la cocina aka Hidden Factory, Nicole Vindel, la reina de los diagramas y de las preguntas y Samuel de Sagas, latidos hechos arte.
Para mí son cinco personas impresionantes del mundo del arte que me aportan un montón en la forma en la que piensan, lo que ven, lo que comparten, lo que hacen y que al final también es un espacio donde se comparten dudas. En un sector que está en movimiento constante, donde uno tiene muchas preguntas, siempre está bien tener un grupo de apoyo que te permite preguntar sin ningún tipo de miedo al rechazo.
Yo creo que en España se puede vivir del arte. Sí que es verdad que se tiene que educar más el coleccionismo, es decir, tenemos que estar más abiertos a coleccionar y a favorecer a artistas que estén vivos y entender el coleccionismo como un apoyo constante a la creación artística. También creo que uno no tiene que depender de las obras que tiene que vender para sobrevivir. Uno tiene que generarse una estructura y un contexto que le funcione, que le permita vivir y tener su vida para que su obra no se vea afectada por la necesidad de conseguir dinero. Hacemos arte porque necesitamos hacer arte, porque es una forma de comunicación y de existir. Por eso, siento que se puede vivir del arte pero que no tienes que depender 100% de la venta de obra.
Yo creo que sigo siendo emergente. Creo que la palabra emergente no se acaba nunca. Creo que tienes 50 años y sigues siendo emergente. Es como la palabra nuevo, que es una palabra absurda que me gusta mucho, porque en el momento que tú dices nuevo, ya no tiene sentido, ya se convierte en algo del pasado, en algo viejo.
De la misma manera, la palabra emergente no tiene sentido. No sé muy bien qué significa, si es un tema de actitud o si es un tema de edad y de DNI, de fecha de caducidad. Pero me hubiera gustado tener esta gente que te diga todo va a ir bien, sigue así, trabaja, estrésate lo suficiente, pero no muchísimo, ocúpate más que preocúpate y listo. Creo que al final son eso, esta comunidad de aprendizaje, de apoyo, la que hace que uno esté más tranquilo.
Actualmente se vienen cositas! Estoy acabando el doctorado, que es el hito de los últimos cuatro años, en la Facultad de Arquitectura de Lisboa, sobre Art Thinking y cómo utilizar arte y técnicas artísticas en el mundo del diseño, centrado en el objeto y la transformación del objeto. Después se viene un libro, una publicación, que estamos haciendo con Bitas (Alba González) y sigue la expo de Guinovart “Diálogos entre ex-votos”. Creo que es un proyecto que cuaja y que funciona súper bien, así que la idea es seguir moviéndolo. Se vienen también un par de expos colectivas con obras nuevas, que aún no puedo decir nada, pero que saldrán en octubre y en noviembre. De cara 2025 también se vienen algunas cositas fuera, que os mantendré informados e informadas, y si no, siempre lo comparto a través de redes.
Yo creo que meterse en el mundo del arte es un juego serio. El arte no es una broma y actualmente el sector está muy saturado. Tengo el taller en Groc, en Badalona, y mucha gente viene, alquila un taller por un mes y se va porque dice que el hecho de ser artista no era tan cool como pensaban.
Creo que el ser artista tiene una parte muy bonita de compartir, de estar con gente, de hacer exposiciones, de ir a museos, pero también una parte muy sola del proceso de creación, que también tienes que saber disfrutar. Mi consejo sería que, si te vas a meter en el mundo del arte, que sepas que esto es parte de de la experiencia y que tienes que convivir con ello.